Joven agricultor de Trangol les pone cuecas y guarachas a sus hortalizas “para que crezcan mejor”

Joven agricultor de Trangol les pone cuecas y guarachas a sus hortalizas “para que crezcan mejor”

Cada miércoles y sábado, muy temprano, Juan Linco Espueque, usuario del Programa de Desarrollo Territorial Indígena INDAP-Conadi en Trangol, comuna de Victoria, Región de la Araucanía, llega junto a su mujer y su hija de 7 años a la Feria Campesina Ancestral Victoriana, donde vende verduras y hortalizas que destacan por su tamaño y frescura gracias a “un secreto” que conoció en el “norte” y que no dudó en implementar en su huerta.

Resulta que hace dos años, este pequeño productor tuvo una pasantía en Curicó, donde conoció y compartió con un agricultor que para mejorar la calidad de sus tomates había decidido implementar una técnica que importó desde el extranjero: musicalizar su cultivo. “Me dijo que era muy bueno ponerles música a las plantas y yo lo repliqué acá, en mis invernaderos. Tengo lechugas, acelgas, pero los parlantes los uso con los pepinos y los tomates”, cuenta el agricultor, que asegura que el efecto se nota a la vista: “les da mucho más vigor, crecen mejor, sobre todo los pepinos”.

Según explica Juan, con la música las plantas se relajan. Originalmente la idea era ponerles música clásica, pero él lo adaptó a la cultura local. Así, de acuerdo al horario, en la mañana suena la música campesina: cuecas, guarachas y corridos, y por la tarde, la radio de la zona.

Stefano Mancuso es neurobiólogo vegetal de la Universidad de Florencia. Fundó y hoy dirige el Laboratorio Internacional de Neurobiología Vegetal. En una entrevista afirmó que “ciertas frecuencias, sobre todo las bajas (entre los 100 Hz y los 500 Hz), favorecen la germinación de las semillas y el crecimiento de las plantas hacia la fuente de ese sonido, que equivale a frecuencias naturales como la del agua que corre”, pero que hablarles o cantarles sería perder el tiempo.

Como sea, dado el éxito que ha traído la implementación de este sistema en sus hortalizas, Juan ya piensa en seguir creciendo. “En el futuro me gustaría ponerle música a todo lo que cultivo, no enfocarme sólo a una parte. Tengo un cuarto de hectárea, así que tendría que ser música por altoparlantes”, se proyecta.

Mientras eso pasa y se avanza en las investigaciones, el agricultor sigue cada miércoles y sábado en la feria de la Plaza de Armas de la comuna de Victoria con sus tomates y pepinos que, según él motivados por la música, crecen fuertes y sanos. Además, sus productos se pueden adquirir directamente en la comunidad de Trangol.