El verano no quiere instrucciones largas ni cocteleras imposibles. Quiere sol, tiempo lento y una copa que se arme casi sola. En ese escenario, el Aperol Spritz no solo vuelve: se queda, se instala y se convierte en el código no escrito de la temporada. Menos complicación, más verano.

Con solo tres ingredientes, un color que recuerda a los atardeceres eternos y una frescura que invita a repetir, este clásico italiano encarna el nuevo lujo: la simpleza bien hecha. Ya no se trata de impresionar con técnica, sino de disfrutar sin apuro. Y ahí el Spritz juega de local.

“El espíritu del aperitivo italiano se basa en la autenticidad y la facilidad”, comenta Luis Llanos, Brand Ambassador, y no podría resumirlo mejor. El Aperol Spritz es liviano, visualmente irresistible y tan fácil de preparar que cabe en cualquier terraza, picnic, brunch o tarde de piscina.

Su éxito no es casual. En una época donde los cócteles complejos cansan y el calor pide ligereza, el Spritz aparece como la respuesta obvia: refrescante, ligeramente amargo, burbujeante y con ese tono naranja que parece decir relájate, ya es verano. No exige experiencia ni equipamiento especial. Solo una copa con hielo, partes iguales de espumante seco y Aperol, un toque de soda y una rodaja de naranja para sellar el momento.

Versátil por naturaleza, se lleva bien con todo lo que define al verano: picoteos salados, quesos suaves, mariscos frescos o simplemente buena conversación. Acompaña sin invadir, refresca sin saturar y eleva cualquier panorama sin robar protagonismo.

Al final, el Aperol Spritz no es solo un trago. Es una actitud. La de entender que los mejores momentos no se planifican demasiado, que el lujo está en lo simple y que, a veces, todo lo que se necesita para un verano memorable es hielo, burbujas… y compañía.

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